El 20 % de los que empecemos a beber diariamente para “intentar encontrarnos mejor” durante estos días somos vulnerables a que cuando acabe el confinamiento no podamos dejar de consumirlo. En ese 20 % de la población, el consumo repetido de la droga da lugar a cambios tanto estructurales como funcionales de las neuronas del sistema mesocorticolímbico, que hacen que el consumo se vuelva un hábito. Sin pensar, el alcohol se convertirá en el estímulo más importante y, que aunque quiera, será muy difícil no consumirlo.