Basta dar un paseo por cualquier playa para verlo. Plástico en todas partes; en el aire, en el hielo, el mar. Estas diminutas partículas suponen un problema de dimensiones gigantes. Su tamaño hace que puedan entrar fácilmente en la cadena alimentaria, pero la mayoría de los estudios están en fases iniciales y todavía no se conocen las consecuencias de ingerirlo. En las universidades españolas se investigan diferentes aspectos que pueden contribuir a solucionar el problema. Sólo nos queda cambiar de actitud respecto al uso de este material y esperar una solución que ahora no parece muy posible.