Hablar de Paula Bonet y de su trabajo es hablar de dibujo, grabado, pintura y escritura. En todas y cada una de estas disciplinas se ha introducido de lleno como un ciclón, reflejo de su propia personalidad. Se lo puede permitir: no le falta formación ni –cualidad principal– ganas de seguir aprendiendo, de investigar nuevas disciplinas. La intensidad que despliega rebosa y se hace presente en su obra.
Dio sus primeros pasos en la pintura, y desde ahí protagonizó un giro hacia el dibujo que le condujo a la escritura. Los libros ilustrados fueron la puerta de entrada a un mundo en el que podía combinar sus dos aspiraciones artísticas: pintar y escribir. Durante años, imagen y palabra han ido de la mano en sus obras. Fueron años de una vasta producción, en la que no se no puede obviar el talento de un trabajo constante y conciso que la convirtió, de manera impactante, en una temprana referente de un determinado universo estético.